4 de noviembre de 2011

Memorias de Adriano

Hace años que leí este libro, me gustó entonces, y al releerlo ahora me ha gustado aún más. Comienzas hojeando las primeras páginas, te atrapa, y ya no lo puedes dejar.

Esta obra no es exactamente una novela histórica, es una narración en primera persona de lo que es toda la vida del emperador Adriano, escrita por la mano de Marguerite Yourcenar, pero es como si fuera la mano de Adriano, dado que no opina, se limita a escuchar el corazón de Adriano y plasmar lo que oye sobre el papel.  El Adriano de Marguerite Yourcenar no es el Adriano histórico, sino un personaje creado por ella,  si bien a grandes rasgos su pensamiento y actuación politico-cultural, coincide con el personaje real. 
Una de las portadas
El libro tiene forma de una epístola, escrita por el propio Adriano a su primo y eventual sucesor Marco Aurelio, como de hecho así fué, con un breve paréntesis, de unos dos años, en que el cargo correspondió a Antonino Pío, recuerdo que el emperador Marco Aurelio aparece en las primeras escenas de la película Gladiator.
Uno se da cuenta de que tiene entre manos una obra muy bien documentada, verosímil, escrita con gran estilo, en muchas páginas conmovedora, cada una de estas páginas es realmente una reflexión filosófica.
Me da la sensación de ser una autobiografía real, escrita en la época, hallada en alguna polvorosa y oscura biblioteca de monasterio olvidado y traducida directamente desde el latín. No en vano Yourcenar ocupó buena parte de su vida en revisarla, pulirla, retocarla, adaptarla a su excelencia.

La traducción al castellano me encanta, es de Julio Cortazar.
Durante su lectura, me he preguntado ¿porqué la autora eligió a Adriano como protagonista?, ¿porqué no a Trajano, a Vespasiano, quizás a Caudio como hizo Robert Graves?, ¿por pacifista?, ¿por amante del arte y helenista?, ¿por su preocupación por la prosperidad y el bienestar de su pueblo?, ¿por su carácter emprendedor y reformista en los campos administrativo, judicial, educativo, fiscal y militar?, ¿por su tendencia homosexual?, ¡ ciertamente no lo sé !
Busto de Adriano
Puede que la autora al hablar por boca del emperador, aplique y exponga su propia visión de época, su modo de ver y tratar los asuntos de estado. Qué buena asesora imperial hubiera sido Marguerite Yourcenar, de haber podido susurrar todos sus pensamientos al oído de Adriano.
Por otra parte, la redacción es toda ella brillante, me he quedado con algunas frases que me han llamado más la atención.
" Advierto una objeción a todo esfuerzo por mejorar la condición humana: la de que quizá los hombres son indignos de él ".

" Y sólo escuchaba a medias a los bien intencionados que afirman que la felicidad relaja, que la libertad reblandece, que la humanidad corrompe a aquellos en quienes se ejerce ".
" Pero de todos modos he llegado a la edad en que la vida, para cualquier hombre, es una derrota aceptada ".

Y algunos párrafos igualmente significativos :
"   Dudo de que toda la filosofía de este mundo consiga suprimir la esclavitud; a lo sumo le cambiarán el nombre. Soy capaz de imaginar formas de servidumbre peores que las nuestras, por más insidiosas, sea que se logre transformar a los hombres en máquinas estúpidas y satisfechas, creídas de su libertad en pleno sometimiento, sea que, suprimiendo los ocios y los placeres humanos, se fomente en ellos un gusto por el trabajo tan violento como la pasión de la guerra entre las razas bárbaras. A esta servidumbre del espíritu o la imaginación, prefiero nuestra esclavitud de hecho ".
Ese cambio de nombre a día de hoy podría ser ....  ¡ se me ocurren algunos ! 

“ La moral es una convención privada; la decencia, una cuestión pública; toda licencia demasiado visible me ha hecho siempre el efecto de una ostentación de mala ley… Tengo que confesar que creo poco en las leyes. Si son demasiado duras, se las transgrede con razón. Si son demasiado complicadas, el ingenio humano encuentra el modo de deslizarse entre las mallas de esta red tan frágil “.
"   Por aquel entonces empecé a sentirme dios. No vayas a engañarte: seguía siendo, más que nunca, el mismo hombre nutrido por los frutos y los animales de la tierra, que devolvía al suelo los residuos de sus alimentos, que sacrificaba el sueño a cada revolución de los astros, inquieto hasta la locura cuando le faltaba demasiado tiempo la cálida presencia del amor. Mi fuerza, mi agilidad física o mental, se mantenían gracias a una cuidadosa gimnástica humana. Pero ¿qué puedo decir sino que todo aquello era vivido divinamente? Las azarosas experiencias de la juventud habían llegado a su fin, y también su urgencia por gozar del tiempo que pasa. A los cuarenta y cuatro años me sentía libre de impaciencia, seguro de mí, tan perfecto como mi naturaleza me lo permitía, eterno. Y entiende bien que se trata aquí de una concepción del intelecto; los delirios, si preciso es darles ese nombre, vinieron más tarde. Yo era dios, sencillamente, porque era hombre. Los títulos divinos que Grecia me concedió después no hicieron más que proclamar lo que había comprobado mucho antes por mí mismo. Creo que hubiera podido sentirme dios en las prisiones de Domiciano o en el pozo de una mina. Si tengo la audacia de pretenderlo se debe a que ese sentimiento apenas me parece extraordinario, y no tiene nada de único. Otros lo sintieron, o lo sentirán en el futuro ".
(...)

Breve reseña histórica:
Adriano, nació en Itálica (España), que tuve el gusto de visitar hace unos años. En el año 76, poco antes de la muerte de su primo el emperador Trajano, fué adoptado por este y gobernó el imperio desde el año 117 al 138.

Panteón y puente de Adriano (hoy de Castillo y puente de San Angelo) - Ordenada su constucción durante el siglo II, como tumba monumental para él y su familia, Está enlazado el muelle por el puente.
Publio Elio Adriano, ese era su nombre completo, fué una bendición para el Imperio Romano en ese lejano siglo II de nuestra Era. Fomentó las artes, luchó por la paz que es probablemente más dificil que hacer la guerra, y respetó a los cristianos, cuyos obispos en más de una ocasión se le acercaron a exponerle la Buena Nueva, la que naturalmente él se resistió a aceptar por incomprensible y fanática, pero que miraba en el fondo con respeto.
Monedas reales de la época de Adriano ( Humanitas, Felicitas, Libertas )
Su reinado fué próspero para el imperio, a pesar de que empezaban a tener serias dificultades económicas y sociales.
Adriano restauro el Panteón de Agripa

Más información el Wikipedia-Adriano.

La autora :
Marguerite Yourcenar, (1903-1987) escritora francesa de origen belga, aunque gran parte de su vida transcurrió en Estados Unidos, donde se dedicó a la enseñanza. La primera mujer en ingresar a la Academia Francesa, se definía como historiadora, como novelista y como poetisa.
Marguerite Yourcenar

Más información en Wikipedia-Yourcenar

Natura deficit, fortuna mutatur, deus omnia cernit
[ La naturaleza nos traiciona, la fortuna cambia, un dios mira las cosas desde lo alto ]

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Acabo de terminar el libro, me dije que nunca había conseguido terminarlo: me parecía demasiado rimbombante y enrevesado. Sin embargo, después de unas pocas decenas de páginas, finalmente yo mismo participé de las vicisitudes emocionalmente románticas y políticas del último gran emperador que han tenido los romanos. La historia de amor entre Adriano y Antinoo, que bordea la pederastia, es tratada con gran delicadeza y participación, como sólo un gran escritor sabe hacer.
.
S R R

Gabriel Garcias dijo...

SRR - Gracias por tu visita y sustancioso comentario. Me ha encantado. Un saludo . Gabriel

Anónimo dijo...



Libro de lectura algo compleja. Al final de su vida, Adriano, emperador romano, escribe con la pluma de Marguerite Yourcenar una larga carta a su hijo adoptivo Marco Aurelio. Evoca su vida, explica sus acciones pero principalmente intenta transmitir su filosofía de la existencia y la sabiduría que adquirió a través de sus experiencias. Se centra en los esfuerzos que ha hecho durante toda su vida para ser más justa, tolerante y recomienda posibles enmiendas al admitir los errores que ha hecho. Este me pareció un libro muy justo. Marguerite Yourcenar aprovechó la oportunidad para hacernos estas reflexiones propias al mismo tiempo.

Lo que comenzó como una carta a un amigo joven rápidamente se convirtió en la historia de una vida. El emperador romano Adriano, hijo de Trajano nos cuenta sus memorias y una cierta filosofía, regresa a su juventud, sus estudios y sus años de soldado y magistrado. Adriano es el emperador de la simplicidad y la paz. Una buena lectura.

L.G

Anónimo dijo...

Acabo de leer "Memorias de Adriano", y más allá de sus bondades como pieza literaria y documento histórico,se me hace que debería ser un manual de lectura imprescindible y obligatoria (a la vez que de consulta permanente) para todos nuestros políticos. J.I.S.L.

Gabriel Garcias dijo...

No es mala idea. Unos dirigentes políticos de su competencia, temperamento y carácter nada mal nos vendrían en nuestros tiempos. Gracias por el comentario.

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