Argumento :
Estamos en 1140, Rodrigo Arriaga es un caballero huido de la corte de Alfonso I de Aragón el Batallador, (1073-1134), que se esconde en los Pirineos aragoneses y nada quiere saber de la corte ni de su antigua y secreta profesión. El que fue el mejor espía de su tiempo se oculta en un recóndito pueblo y ha renegado de su pasado como favorito del Rey.
Sin embargo, las cosas cambian cuando Silvio de Agrigento, jefe de los espías del Vaticano y en nombre de la Santa Sede, le hace una propuesta que le permitirá enterrar a su amada -muerta en desgracia- en Campo Santo y rehabilitar su pasado, recuperar su vida.
A
cambio se le pide infiltrarse
entre las filas de la orden del Temple, convertirse en uno de ellos, ganarse su
confianza y descubrir su secreto. Averiguar qué ocultan bajo su fachada de
bondad y caridad, pues Roma sospecha de sus verdaderos propósitos.
Nota :
En mi opinión en este relato hay mucho de novela y poco de
histórica, el tema de los templarios ha
sido empleado hasta la saciedad, algunas
veces de forma penosa, se cuentan leyendas absolutamente peregrinas y sin
ningún fundamento. Se basan en hechos que adaptan a sus necesidades. Algunas
recuerdan a las aventuras del Capitán
Trueno, que por cierto también participó en las cruzadas. Esta es también una historia poco creíble.
Ahora bien, sí es una narración entretenida, su prosa es fácil, descriptiva sin entrar en
demasiados detalles, en algunas partes
peca de superficial, pero se lee con
curiosidad.
Al comienzo se enciende la trama y despierta el interés, más
adelante baja un poco pero mantiene la atención encajando piezas, aquí y allá que componen todo el entramado de
la narración.
La parte final es la que más me gustó, algunas novelas de autores muy reconocidos,
fallan a mi entender precisamente en esta parte, no saben mantener la intriga
hasta las últimas páginas y el desenlace no suele estar a la altura del
planteamiento y del nudo. No hay sorpresa, todo es previsible y repentino. Véase
mi entrada sobre “ El puente de los asesinos “, como ejemplo de ello. En 'El
tesoro de los nazareos' sí la hay. Puede ser más o menos creíble como antes
dije, pero al cerrar el libro me dejó la sensación de un final bien acabado. En definitiva una novela sin más pretensiones que la de entretener, algo que se logra sin ninguna duda.
Por otra parte, y como circunstancia personal, esta novela
me ha recordado a mi profesor de historia en sexto de bachillerato, el Sr.
Contestí, Caballero de la orden del Santo Sepulcro, que precisamente se casó a
final de curso vestido de forma protocolaria con el uniforme oficial de la orden. Todo un acontecimiento. Desconozco si tenía algún remoto parentesco con Godofredo de Bouillón. En aquella época no se había encontrado aún el
filón novelístico-templario, ciertamente
no estaba muy al tanto de estos temas, y no se me ocurrió preguntárselo.
Aspecto Histórico
La Orden de los Caballeros Templarios o la Orden del Temple fué una de las más famosas órdenes
militares cristianas. Da la impresión de que se sabe mucho de ellos, tanto que
se convierte en un gran enigma.
Esta orden permaneció activa durante casi dos siglos. Fue fundada en
1118 por nueve caballeros franceses
liderados por Hugo de Payns tras la Primera Cruzada. Aprobada de manera oficial
por el Vaticano en 1129, la Orden del Temple creció rápidamente en número y
poder. Los Caballeros Templarios empleaban como uniforme un manto blanco con
una cruz roja dibujada. Los miembros combatientes de esta Orden, guerreros
profesionales, se encontraban entre las
unidades militares mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas. Los elementos
no combatientes de la orden gestionaron una compleja estructura económica a lo
largo del mundo cristiano, creando nuevas técnicas financieras que constituyen
una forma precursora del modelo bancario, y construyendo una serie de
fortificaciones por todo el Mediterráneo y Tierra Santa.
En 1307, un gran número de templarios fueron arrestados, inducidos a
confesar bajo tortura y posteriormente quemados en la hoguera. A los
historiadores corresponde dilucidar los verdaderos motivos de esta persecución.
En 1312, Clemente V cedió a las presiones de Felipe y disolvió la Orden. La
brusca desaparición de su estructura social dio lugar a numerosas
especulaciones y leyendas, que han mantenido vivo el nombre de los Caballeros
Templarios hasta nuestros días.
- Regalo de Cristina, en el dia Día del Padre - 2012 -
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