¿Cómo es posible que una madre sea la protagonista de tan despiadada escena?
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Mi madre me dio un beso rápido en la mejilla y se acercó a la maleta que había junto a la puerta de casa.
Me dominó el pánico.
-No te vayas- le supliqué.
Ella volvió sobre sus pasos y me miró exasperada.
-¿Así mantienes las promesas? Me has prometido que serías valiente y no dejas de lloriquear. Pero es inútil, Helga: tengo que irme, no me hagas las cosas más difíciles.
-No te vayas mamá, por favor, no me dejes sola -volví a suplicar.
Cogió la maleta y, al volverse, dijo con el dedo levantado:
-Y cuando salga por la puerta no empieces a gritar y despiertes a tu hermano, ¿has entendido? ¿Me lo prometes?
Cuantas promesas exigidas en tan pocos minutos... Me encogí de hombros, alelada.
-Así esta mejor.- Se dirigió a la puerta-. Entonces, auf Wiedersehen, meine Kleine.
Mi madre cerró la puerta detrás de ella. No volví a verla hasta treinta años después.
"Portada |
Helga Schneider nacida en Polonia en 1937 no sólo es la autora de esta crónica-entrevista bajo apariencia de novela, sino también la protagonista de la historia. Cuando niña es abandonada por su madre con apenas cuatro años de edad, abandono extensivo a su hermano y a su esposo. Motivo: ingresar en las SS, como celadora del campo de concentración y exterminio de Auschwitz y Ravensbrück.
En este sobrecogedor libro se narra un breve y decepcionante encuentro que tuvo Helga con su madre al cabo de treinta años (1971), pero de manera más principal el que a raíz de una carta recibida de una amiga de su madre, Frau Freihorst, tiene lugar otros veinte y siete años más tarde, cuando su madre ya en los noventa años se encuentra en una residencia de ancianos. Encuentro que tiene lugar entre dos personas que no se conocen apenas. Una madre con adoctrinamiento nazi convencida hasta el final, y una mujer abandonada por ella.
La madre de Helga de noventa y dos años de edad, no ha cambiado sus convicciones en todos esos años transcurridos, si acaso las ha reforzado, sigue inmersa en el mar del odio.
Celadoras y guardias femeninas en Auschwitz |
Un fragmento textual del libro:
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Ella me contempla desilusionada, se le ensombrece la cara.
-No es posible, no quiero. ¡No puedo tener una hija tan vieja! -Desliza la mirada por su cuerpo-. Yo todavía soy hermosa, no estoy tan decrépita. ¿Cómo puedo tener una hija que parece un vejestorio?
-No debe ser descortés con sus invitadas - la reprende Fräulein Inge.
-Sólo he dicho la verdad -replica ella, ofendida-. Sólo he dicho lo que pienso, ¿acaso está prohibido?- Tira las flores al suelo-. ¡Y no quiero estas flores! Todavía no estoy muerta, no quiero estas flores- Ni siquiera son mis preferidas, a mí me gustan las rosas amarillas.
Calla con una mueca de enfado, sujetando el osito con la mano apretada. Luego me pregunta, muy comedida:
-¿Te gusta mi vestido?
Me ha cogido por sorpresa; asiento mecánicamente.
-¿Te gusta el color?
-Sí -miento.
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Opinión:
Historia perturbadora, sin duda, pero muy necesaria, sobretodo en el mundo de hoy, estamos más cerca de lo aconsejable a lo que sucedió hace apenas setenta años. Pensamos que hemos superado para siempre estos espeluznantes acontecimientos, pero no es así. Leemos los periódicos, escuchamos las noticias, miramos a nuestro alrededor, el abismo no está lejos....nos acecha !. No debemos descuidarnos, hay que mantener la memoria, no podemos olvidar estos trances inhumanos, como dijo Cicerón y antes que él Aristóteles: "Las naciones que ignoran la Historia están condenadas a repetir sus tragedias".
La madre de Helga continúa sumida en su tiempo. Sin duda me ha parecido un relato honesto, conmovedor, donde la autora no omite mostrar los aspectos más reprobables de su propia actitud y su aversión a la persona de su madre. Lectura de esas que te hacen pensar y que sientes la necesidad de que todos deberíamos tener siempre presente, para que no se vuelvan a repetir estos horribles sucesos.
Otro breve fragmento, al final de su vida:
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-¿Pero qué tenían todos en contra de los judíos?
-¿Todos quiénes? -se rebela.
-Pues... -me encojo- todos: Hilter, Himmler, el régimen, las SS.
-Eran culpables -contesta con voz resuelta.
-¿De qué?
-De todo.
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Niños en Auschwitz |
Incluso en la actualidad este caso no es algo excepcional, que solo afecta a la madre de Helga. Recientes entrevistas de la TV holandesa, realizadas en el 2011 con un buen número de ex-SS de aquel país, ya casi nonagenarios, demuestran que no muestran ningún signo de arrepentimiento, bien al contrario, siguen justificando el odio a los judíos y no se arrepienten de nada, algunos incluso con muestras de orgullo.
¿A qué causas complejas se debió este odio tan acusado sobretodo con los judíos?
Sobran las palabras |
Helga Schneider, polaca (1937) se trasladó luego con su familia a Berlín, donde pasaron los años de la guerra. La familia se deshizo cuando la madre abandonó el hogar para ingresar en las filas de las SS. Actualmente vive en Italia.
Helga Schneider |
Blog de Helga Schneider
Biografía de la autora con unos interesantes vídeos tomados en Berlín en Abril-Mayo de 1945, por otra parte una buena perspectiva para considerar el milagro alemán. Como quedó esta ciudad y este país y veámoslo a día de hoy.
Más datos sobre la autora (Wikipedia)Actualización (20.03.2012) Comentaba el día de esta entrada que es importante no olvidar y tener presente estos hechos, he aquí una de las razones : http://goo.gl/6C5q6
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1 comentarios:
Este libro es un documento sobre una historia personal que asume el papel de testimonio, de condena universal y absoluta a la mayor vergüenza de la que la humanidad ha sido testigo.
Me pareció duro ver como Helga Schneider describe por un lado la repugnancia por las atrocidades cometidas por su madre, y por otra parte, la necesidad de conocer y entenderlo todo, para finalmente ser capaz de odiarla.
Y la madre, esta mujer "astuta , traicionera, e hipócrita" , presionada por su hija, describe sin asomo de arrepentimiento y con mucho detalle los hechos escalofriantes y las atrocidades de que fue cómplice y responsable.
Una lectura emocional y dolorosa. Muy observar el interior de una relación de madre-hija, cuando se supone que la figura de la madre, en lugar de un símbolo de la dulzura, la creación y la vida, se manifiesta como un dispensador de sufrimiento, de muerte, de tortura.
Muy mal sabor de boca me dejó esta deplorable experiencia.
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